
CDMX / Juan Bustillos
Ha pasado poco tiempo, apenas 4 días para saber en qué terminará la amistad renovada entre los presidentes López Obrador y Trump en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, en Washington.
La experiencia dice que debemos esperar al menos 50 días, en el caso del mandatario mexicano porque el norteamericano en la noche del encuentro histórico ya ofrecía su verdadero rostro haciendo bromas sobre el acuerdo de no hablar, al menos en público, del muro con que pretende contener la migración mexicana y centroamericana y al coronavirus.
Dado el estilo de ambos jefes de Estado es de esperar que antes de cantar el gallo los traicione el temperamento.
El antecedente más reciente lo tenemos con España.
El 30 de enero de 2019 celebramos en México el encuentro de dos mandatarios de izquierda, Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador.
El presidente del Gobierno español venía con el mérito de echar de la Moncloa a Mariano Rajoy y al Partido Popular manchados por la corrupción, y el presidente López Obrador recién había llegado al Palacio Nacional a hombros del discurso contra la corrupción que significó al pasado neoliberal.
Sánchez se deshizo en agradecimientos por tener “el honor que dispensa al gobierno de España que seamos el primer gobierno extranjero que ha recibido bajo la presidencia del presidente López Obrador al inicio de su mandato. Creo que no es una casualidad, como se lo he dicho antes en privado; creo que es toda una declaración de intenciones, una declaración de intenciones de fortalecer, como bien ha dicho antes el presidente López Obrador, de relanzar la extraordinaria relación que tenemos”.
López Obrador se mostró magnífico como anfitrión: El presidente Sánchez “es un hombre con vocación democrática, con dimensión social. Pertenece a un movimiento progresista muy cercano, parecido a lo que nosotros representamos en México …”
Sánchez correspondió: “Nosotros hemos vivido con enorme expectación y enorme entusiasmo (…) la victoria de este movimiento progresista de regeneración en la sociedad mexicana, creo que compartimos muchos de los objetivos que se han trasladado antes por el presidente López Obrador”.
Todo fue miel, incluso el presidente Sánchez se sacó de la manga un obsequió que emocionó a su anfitrión: el acta de nacimiento del abuelo el mandatario mexicano, nacido en Cantabria en 1893.
Sin embargo, el ambiente magnífico fue enturbiado un poco por el llamado de López Obrador a las empresas a comportarse con sentido ético: “Queremos que en las relaciones de las empresas extranjeras en México haya un comportamiento ético … No queremos que las empresas extranjeras actúen violando las leyes o propiciando, aceptando o participando en actos de corrupción, de soborno”.
El mensaje tenía un aparente destinatario, Iberdrola, la empresa española productora de energía que tuvo en su consejo de Administración, como suele recordarlo cotidianamente López Obrador, a Felipe Calderón, el mismo que lo venció en 2006.
QUE PIDA PERDÓN EL REY FELIPE VI
Dos meses después el periódico Reforma dio un gran golpe publicando el contenido de una carta de López Obrador exigiendo al monarca español, Felipe VI, pedir “perdón a los pueblos originarios por las matanzas, las imposiciones… la llamada conquista se hizo con la espada y con la cruz, se edificaron las iglesias arriba de los templos”.
López Obrador invitaba al rey a realizar en 2021, cuando se cumplen 500 años de la conquista del territorio que luego fue la Nueva España, “una ceremonia conjunta al más alto nivel; que el Reino de España exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados”.
El 25 de marzo, Sánchez rechazó con firmeza la petición.
En entrevista con El Universal dijo posteriormente que “en democracia y en las relaciones diplomáticas el fondo y las formas son muy importantes y que se diera a conocer una carta al rey no me parece la mejor de las formas, por lo que debo mostrar una cierta molestia por ese hecho… Mirar con ojos contemporáneos hechos que ocurrieron hace 500 años no me parece que sea lo más oportuno”.
Al día siguiente, doña Beatriz Gutiérez Muller, esposa del Presidente López Obrador, difundió en twitter su molestia por la filtración del documento: “Que mal gusto filtrar una carta sin firma en el @Reforma, y además, mutilada. ¡Hasta quebrantan el <>.
No si Reforma quebrantó el Manual de Carreño, pero sin duda la oficina presidencial exhibió vulnerabilidad. Sólo gente de su confianza pudo filtrar un documento de esa importancia. ¿Hay un traidor al Presidente o la filtración del documento fue parte de una estrategia?
El único que quedó mal con su pueblo fue Pedro Sánchez.
Esperemos para ver si le repiten la dósis española a Donald Trump.
Para su fortuna, como faltan 28 años para cumplirse dos siglos, ya no recibirá del Presidente López Obrador le exigencia de pedir perdón por la anexión de California, Nevada, Utha, Nuevo México, Colorado, Texas y porciones de Arizona, Wyoming, Kansas y Oklahoma y el trato que dieron los norteamericanos a los pueblos originarios y dan a sus descendientes.
Pero la exigencia de pedir perdón debe ser acompañada de la petición de regresarnos lo que fue la mitad del territorio mexicano y recorra su muro a una nueva frontera que nada tenga que ver con el Río Bravo.
Parece una mala broma, pero en términos de la Cuarta Transformación el agravio español con la conquista no es tan diferente al cercenamiento de la mitad del territorio mexicano.
La cuestión es que en 2048 a López Obrador no le tocará repetir el episodio de marzo de 2019 con el rey español porque quién sabe en qué número de transformación estará México.
Sin embargo, para exigir disculpas, porque la devolución territorial está en chino, cualquier fecha es buena. No es necesario esperar tanto. Dentro de 50 días estaría bien.