08/11/2024

La Realidad es…|Benjamín Portilla

«Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; Nacionalismo cuando el odio por los demás pueblos es lo primero» Charles de Gaulle

El patriotismo es una palabra que, al pronunciarla, evoca imágenes de banderas ondeando, himnos entonados con fervor, y multitudes unidas por un sentimiento de pertenencia. Pero, ¿qué significa realmente ser patriota en el siglo XXI? En un mundo donde las fronteras se desdibujan y las identidades se vuelven líquidas, el patriotismo parece haberse convertido en un término ambiguo, maleable y, a menudo, manipulado.

Durante mucho tiempo, ser patriota significaba estar dispuesto a defender a la nación de amenazas externas, incluso a costa de la propia vida. Sin embargo, en un contexto globalizado, donde los problemas nacionales están entrelazados con desafíos internacionales —como el cambio climático, la migración masiva, y la economía global—, el concepto de patriotismo necesita ser reexaminado. Ya no basta con ondear la bandera y cantar el himno; el verdadero patriotismo, hoy más que nunca, debería centrarse en la construcción de un país más justo, inclusivo y sostenible.

Desafortunadamente, el patriotismo se ha convertido en un arma política, un instrumento que se utiliza para dividir en lugar de unir. En muchos países, los líderes populistas apelan al patriotismo para fomentar el nacionalismo excluyente, enarbolando la idea de que ser patriota es rechazar al extranjero, desconfiar del diferente y cerrar las puertas al diálogo internacional. Este uso del patriotismo como herramienta de exclusión es peligroso, porque fomenta un sentimiento de superioridad nacional que, históricamente, ha conducido a conflictos devastadores.

En México, el patriotismo ha sido a menudo invocado para justificar políticas controvertidas y decisiones que benefician a unos pocos a costa del bienestar colectivo. La bandera y el himno se han convertido en símbolos para cerrar filas, pero también para acallar críticas y sofocar la disidencia. Sin embargo, un verdadero patriota es aquel que, en lugar de conformarse con una visión simplista de la nación, se atreve a cuestionar, a exigir cuentas y a luchar por un país mejor para todos.

Ser patriota, entonces, es mucho más que un sentimiento de orgullo nacional. Es una responsabilidad. Implica reconocer las fallas de la nación, trabajar por su mejoramiento y no permitir que la retórica vacía sustituya a la acción efectiva. En tiempos de crisis y de incertidumbre, el patriotismo debe ser una fuerza para el bien común, no una excusa para la intolerancia y la cerrazón.

En definitiva, el patriotismo debería ser entendido como un compromiso con los valores fundamentales que sostienen a una sociedad: la justicia, la igualdad, y la solidaridad. Solo así podrá el patriotismo recuperar su significado y su fuerza, convirtiéndose en un motor para el progreso y no en un obstáculo para el entendimiento global.

Porque la realidad es que ser patriota no es solo amar a tu país; es también estar dispuesto a hacer lo necesario para que ese amor se refleje en un país que valga la pena amar. Nos leemos en la próxima .