Alma Grande / Ángel Álvaro Peña
La seguridad en Tamaulipas tiene muchos años que desapareció. Es el estado con más ex gobernadores en la cárcel o a punto de entrar a ella.
El último de los gobernadores que no pidió la cárcel ni tuvo cuentas pendientes con la justicia fue Américo Villarreal, padre del actual gobernador, quien gobernó la entidad de 1987 a 1993.
De ahí en adelante, todos han pisado la cárcel: Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández Flores, la excepción fue Egidio Torre Cantú, cuyo hermano Rodolfo, fue asesinado cuando era candidato a la gubernatura. Producto de la inseguridad que priva en la entidad.
El más reciente gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, primer gobernador del PAN en Tamaulipas, está acusado de terrorismo, tráfico de migrantes, robo de piezas de arte, crímenes contra de la paz, violencia sexual en conflicto, crimen organizado y violación de los Derechos Humanos. Tiene una ficha roja de Interpol con su nombre y es buscado, por lo que a pesar de que se considera un prófugo de la justicia su partido lo quiere convertir en candidato a la Presidencia de la República.
La violencia en Tamaulipas fue muy similar y a veces superior a la de estados que se caracterizan por sus muertes violentas, como Sonora. Ahora el que mayor índice de asesinatos es Guanajuato que está muy por arriba de todos los demás estados, habitualmente violentos.
Así, Tamaulipas, mostró su voluntad de transformación con la votación a favor de Américo Villarreal, lo que significó un cambio evidente en materia electoral, a pesar de las amenazas y el voto comprado para elegir un nuevo dirigente.
La vocación de los tamaulipecos es de izquierda, la influencia política y social de personajes como don Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, a quien le costó la libertad haber apoyado la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, cuando se cometió en su contra el fraude electoral en favor de Carlos Salinas de Gortari.
Tamaulipas es un estado clave para los flujos migratorios irregulares, debido a que forman parte de la ruta del Golfo -una de las más usadas- y porque es el estado que comparte una frontera de 641 km con Estados Unidos, es decir, representa un 20 por ciento de la zona limítrofe norte.
Tarea difícil sin duda es la de algunos presidentes municipales del sur de Tamaulipas que a pesar de lo complejo de su tarea y los riesgos que implica preservar la ley, porque son un dique de contención de migrantes y delincuentes, ceben prácticamente detectarlos sin violentar sus derechos y mantener la paz en sus localidades, lo cual representa una tarea que se antoja casi imposible y sin embargo, ellos lo logran, como es el caso del presidente municipal de Ciudad Madero, la tierra de “La Quina”, Adrián Oseguera Kernión, quien ha sido reelecto, precisamente por la verticalidad de su administración y la firmeza de sus conceptos políticos.
Aquí lo interesante es ver que Tamaulipas se ha convertido en el estado de tránsito migratorio parte del conocido Triángulo Norte de Centroamérica, conformado por guatemaltecos, hondureños y salvadoreños, de estas personas, los que más recurrieron a traficantes en 2019 fueron las guatemaltecas y las salvadoreñas: más de 90%, mientras que las hondureñas, si bien cruzan en su mayoría por Tamaulipas, menos de 40% utilizó coyote, cifras reveladas por Missing Migrant Project de la Organización Internacional para las Migraciones.
Tamaulipas en los gobiernos de Calderón y Peña sufrió los más altos niveles de violencia, aunque fue en 2010 cuando en la entidad percibió un recrudecimiento.
En Tamaulipas hay un despliegue de 12 mil 753 elementos de personal operativo de los cuales 10 mil 154 elementos operativos federales, incluidos 2 mil 862 Guardia Nacional, 4 mil 492 del Ejército y 2 mil 800 de la Marina, por 2 mil 599…