18/09/2024

𝗟𝗮 𝗰𝗼𝗿𝗿𝘂𝗽𝗰𝗶ó𝗻 𝘀𝗮𝗹𝗶ó 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝗹ó𝘀𝗲𝘁

 

Por Ángel Álvaro Peña

 

Terminó el periodo de prueba, de solapar, de evaluar. Ahora es tiempo de señalar y responsabilizar a los colaboradores del Presidente de la República que anteriormente, sin miramientos de ninguna especia, consideraba que eran honestos a pesar de que contradecía la percepción de la población.

 

Andrés Manuel López Obrador reconoció públicamente, en Tabasco, su tierra natal, que hay corrupción en la administración pública actual. Lo cual representa un avance en el difícil trayecto político de la Cuarta Transformación.

 

La realidad es que había una contradicción que afectaba al gobierno, a la 4T, a Morena, a la población y al país y que consiste en que la población percibía, de manera directa y muchas veces afectada, este tipo de conductas, cómo funcionarios públicos cometían actos de corrupción y luego, en la siguiente visita del Presidente, éste les levantaba la mano como paladines de la honestidad. Este desgaste que duró poco más de 4 años, por fin termina y debe señalarse ahora, luego de más de la mitad del sexenio transcurrido, a los culpables para que sean retirados de sus cargos y castigados.

 

Sólo así podrá creerse que la lucha contra la corrupción va en serio. Porque López Obrador afirmó que es en los altos niveles de gobierno donde se ha erradicado la corrupción, puede ser cierto; sin embargo, el contacto del grueso de la población es con funcionarios menores, con mandos medios, con niveles burocráticos de bajo nivel.

 

El Presidente afirmó: “Porque la corrupción se da de arriba para abajo, no es cierto que sea de abajo hacia arriba, es de arriba para abajo. Entonces, no se permite la corrupción arriba, se ha avanzado mucho. O para decirlo en términos coloquiales, puede seguir existiendo, y ojalá y se termine la ‘mordida’, pero ya no hay tarascadas, porque antes era robo, pero al por mayor”.

 

Pero la práctica de la corrupción no sólo se mide por niveles, sino por distancias. Esto quiere decir que el Presidente debió decir que la corrupción no existe en el gobierno central, pero basta y sobra que haya 300 kilómetros de por medio, para ver que la corrupción no sólo sigue igual que siempre sino crece.

 

Es decir, para la población la corrupción sigue igual porque el agente de tránsito estatal y municipal, Fuerza Civil, Policía Estatal, y todo lo relacionado con la seguridad, donde hay hijos de subsecretarios, juniors y todo tipo de nepotismo que es una expresión burda de la corrupción. Es ahí donde hay cuotas y moches, además del que cobra los impuestos, el que impone multas, el que otorga permisos sigue teniendo la misma conducta que sus antecesores.

 

El Presidente aseguró, garantizó, que hay mordidas, pero se terminaron las tarascadas. Tal vez quiso decir que, para los grandes permisos de suministro eléctrico, de agua, de construcción se terminó con las sociedades forzadas de los empresarios y deben pagar sus derechos íntegros, y pagar los impuestos que le corresponden.

 

Lo cierto es que, para la población, la práctica de la corrupción continúa y crece. Hay estados en los que gobiernan los familiares. Los primos incómodos, los novios, las suegras, hijos, y el poder se diluye hasta desaparecer en actos de completa corrupción que no sólo basta con exhibir y despedir a los culpables, sino que deben ser castigados.

 

Si esto es en los gobiernos estatales habrá que conocer el sentir de los habitantes de los municipios y de las tareas que cada uno de esos municipios desarrollan con poca claridad.

 

Y ya que el Presidente sacó del clóset a la corrupción en los niveles medios y bajos, se hace necesario que se cree una comisión que investigue las denuncias que la población pudiera expresar en buzones, correos electrónicos, WhatsApp, hasta cartas y telegramas. De otra manera, nadie va a creer que se quiere erradicar este mal…